ATENCIÓN: ESTA ES MI PRIMERA PARRAFADA - SI NO CONSEGUÍS LEERLA COMPLETAMENTE, ES QUE ES UNA BUENA PARRAFADA
VOY POR EL BUEN CAMINO
El otro día fui a cortarme el pelo. Sí, he permitido que alguien cortase las pelanas que tanto tiempo me había llevado conseguir. Obviamente, no fui porque quisiera, sino porque tras varias semanas aguantando sin ir a cortar el pelo, mi madre me dió un ultimátum: "O te cortas el pelo, o los cojones". Elegí la opción menos dolorosa a nivel físico y ahí que fui, con un par, a LA PELUQUERÍA, despidiéndome por el camino de mi pelambre.
LA PELUQUERÍA era una peluquería unisex, es decir, una peluquería para mujeres. Entré, no sin cierto miedo y me acerqué a una peluquera de aspecto majete (nada más lejos de la realidad). Ella miró mis pelos, yo la devolví la mirada, mientras salivaba pensando en las escabechinas que podría hacerme. Decidí acabar cuanto antes con ese ritual:
VOY POR EL BUEN CAMINO
El otro día fui a cortarme el pelo. Sí, he permitido que alguien cortase las pelanas que tanto tiempo me había llevado conseguir. Obviamente, no fui porque quisiera, sino porque tras varias semanas aguantando sin ir a cortar el pelo, mi madre me dió un ultimátum: "O te cortas el pelo, o los cojones". Elegí la opción menos dolorosa a nivel físico y ahí que fui, con un par, a LA PELUQUERÍA, despidiéndome por el camino de mi pelambre.
LA PELUQUERÍA era una peluquería unisex, es decir, una peluquería para mujeres. Entré, no sin cierto miedo y me acerqué a una peluquera de aspecto majete (nada más lejos de la realidad). Ella miró mis pelos, yo la devolví la mirada, mientras salivaba pensando en las escabechinas que podría hacerme. Decidí acabar cuanto antes con ese ritual:
- Para cortar - dije.
- Siéntate por allí... - me contestó mientras se limpiaba las babas.
Me senté donde me dijo y miré el reloj. Me dije: "Mierda, mierda, mierda". Eran las 14:10, lo que quería decir que como pronto iba a salir de allí a las 15:30. A ver si al microondas los macarrones seguían estando buenos.
Otra peluquera me dijo que me sentara en una silla de esas con pilón de torturas detrás y comenzó a lavarme la cabeza. Al menos eso dijo, pero sé perfectamente que es para el control mental. Entonces, se puso a hablar con sus compañeras y me di cuenta de quién no debe faltar en una buena peluquería de tías: la Vane, la Jenni, la Pili y la Jessi.
Cuando terminaron de lavarme la cabeza, me sentaron frente a un espejo y hala, a esperar. Había otro chaval detrás de mí con cara de asustado, al que le habían hecho un corte de pelo casi listo para entrar a la legión. Siguió pasando el tiempo, y cada vez más tiempo, y la Vane, la Jenni, la Pili y la Jessi seguían parloteando. Poco a poco, empecé a tener calor porque me estaba creciendo una espesa barba, a modo de manta. Mientras pensaba cómo me quedaría hacerme una bufanda con la barba, apareció una peluquera (no sé si la Vane, la Jenni, la Pili o la Jessi) y me dice:
- ¿Cómo lo quieres?
Decidí mentirle y contesté que dos dedos o así más corto y… ¡CHAN! Se paró el tiempo. Pensé en la conversión de dos dedos para mí, en dos dedos para una peluquera. Total, en mente peluqueril: Hasta que se vea el hueso.
Pero me sorprendió al decir:
- Vamos, arreglarlo solo, ¿no?
Estuve a punto de pedirle que se casara conmigo, pero entonces perdería un sugus de apuesta, y comenzó a cortar. Al final, lo dejó “psa”, bastante corto, pero podía haber sido peor.
- Siéntate por allí... - me contestó mientras se limpiaba las babas.
Me senté donde me dijo y miré el reloj. Me dije: "Mierda, mierda, mierda". Eran las 14:10, lo que quería decir que como pronto iba a salir de allí a las 15:30. A ver si al microondas los macarrones seguían estando buenos.
Otra peluquera me dijo que me sentara en una silla de esas con pilón de torturas detrás y comenzó a lavarme la cabeza. Al menos eso dijo, pero sé perfectamente que es para el control mental. Entonces, se puso a hablar con sus compañeras y me di cuenta de quién no debe faltar en una buena peluquería de tías: la Vane, la Jenni, la Pili y la Jessi.
Cuando terminaron de lavarme la cabeza, me sentaron frente a un espejo y hala, a esperar. Había otro chaval detrás de mí con cara de asustado, al que le habían hecho un corte de pelo casi listo para entrar a la legión. Siguió pasando el tiempo, y cada vez más tiempo, y la Vane, la Jenni, la Pili y la Jessi seguían parloteando. Poco a poco, empecé a tener calor porque me estaba creciendo una espesa barba, a modo de manta. Mientras pensaba cómo me quedaría hacerme una bufanda con la barba, apareció una peluquera (no sé si la Vane, la Jenni, la Pili o la Jessi) y me dice:
- ¿Cómo lo quieres?
Decidí mentirle y contesté que dos dedos o así más corto y… ¡CHAN! Se paró el tiempo. Pensé en la conversión de dos dedos para mí, en dos dedos para una peluquera. Total, en mente peluqueril: Hasta que se vea el hueso.
Pero me sorprendió al decir:
- Vamos, arreglarlo solo, ¿no?
Estuve a punto de pedirle que se casara conmigo, pero entonces perdería un sugus de apuesta, y comenzó a cortar. Al final, lo dejó “psa”, bastante corto, pero podía haber sido peor.
NOTA IMPORTANTE: Cuando dos señoras estén discutiendo sobre quién estaba antes en la peluquería, no os interpongáis entre sus miradas. Estuve a punto de morir.